Contaminación lumínica
Se habla mucho de la contaminación atmosférica, de la contaminación del agua o del problema de las basuras en la tierra, pero lo que la mayoría de las personas desconocen es que la luz también produce contaminación. Con el agravante de que la luz se propaga por el vacío a 300.000 Km/s en todas direcciones, lo que la convierte en uno de los más peligrosos contaminantes.
El miedo a la oscuridad y a los depredadores hizo que el hombre buscara la forma de iluminarse. Primero con fuego, más tarde con antorchas, lámparas de aceite, gas, y finalmente con electricidad. Hace poco más de 100 años, podías caminar por la noche, incluso en una ciudad, y ver el arco de la galaxia de la Vía Láctea en el cielo nocturno estrellado. Poder ver miles de estrellas era parte de la vida cotidiana, inspirando a artistas como Van Gogh o compositores musicales como Holst o escritores como Shakespeare. La electricidad ha permitido un gran avance en el bienestar humano, pero su abuso se ha convertido en una amenaza: estamos perdiendo el contacto con nuestro patrimonio cultural (por ejemplo, lo que nos ha hecho quienes somos). También estamos perdiendo contacto con lo que podría inspirar a las generaciones futuras. Ahora, millones de niños en todo el mundo nunca experimentarán la Vía Láctea donde viven.
Según la Ley 24/2007, de 15 de noviembre, de calidad del aire y protección de la atmósfera, la contaminación lumínica es “el resplandor luminoso nocturno o brillo producido por la difusión y reflexión de la luz en los gases, aerosoles y partículas en suspensión en la atmósfera, que altera las condiciones naturales de las horas nocturnas y dificultan las observaciones astronómicas de los objetos celestes, debiendo distinguirse el brillo natural, atribuible a la radiación de fuentes u objetos celestes y a la luminiscencia de las capas altas de la atmósfera, del resplandor luminoso debido a las fuentes de luz instaladas en el alumbrado exterior”.
La contaminación lumínica es un efecto secundario de la civilización industrial. Sus fuentes incluyen iluminación exterior e interior de edificios, publicidad, propiedades comerciales, oficinas, fábricas, farolas y recintos deportivos iluminados.
Con más de la mitad de la población mundial viviendo ahora en ciudades, 3 de cada 4 personas nunca han experimentado la maravilla de los cielos prístinamente oscuros. El 80% de la población de la Tierra vive bajo cielos contaminados, el 99% si hablamos de Europa o América del Norte y 1 de cada 3 personas nunca han visto la Vía Láctea. Se piensa que la cantidad de luz artificial aumenta un 2% cada año en la superficie de la Tierra. ¿Cómo explicar la importancia de lo que hemos perdido por la contaminación lumínica? ¿Cómo podemos hacernos conscientes de que la contaminación lumínica es una preocupación en muchos frentes: la seguridad, la conservación de energía, el costo, la salud y los efectos sobre la vida silvestre, así como nuestra capacidad para ver las estrellas? Finalmente, ¿cómo convencernos de que vale la pena dar incluso pequeños pasos para ayudar a solucionar este problema?
La contaminación lumínica es la que se produce por la luz innecesaria, inapropiada o excesiva proveniente del alumbrado artificial principalmente y que produce un gran impacto en la salud, en los ecosistemas y en la vida de los seres vivos en general, tanto animales como plantas. También influye en el clima. Altera la oscuridad natural de la noche, con lo cual aumenta el brillo del cielo por la luz que se refleja en el aire y de esta forma disminuye la visibilidad de los objetos celestes. El desperdicio de energía es tremendo, algo que es muy sencillo de solucionar simplemente iluminando de forma adecuada nuestras ciudades y evitando que la luz vaya directamente a la atmósfera. De esta forma emplearíamos solo la cantidad de luz que se necesita en el lugar que queremos iluminar y eliminando toda la luz que actualmente se emite de forma lateral o hacia arriba y que no es necesaria. Se ahorraría muchísimo dinero evitando todo ese sobreconsumo energético.
Hay distintos efectos negativos de la contaminación lumínica. A veces la luz es tan excesiva que deslumbra, otras veces se produce una aglomeración de luces continuadas. También encontramos luminarias en lugares donde no se necesitan o mal dirigidas. Esto origina un desperdicio de luz dirigida hacia la atmósfera en lugar de hacia los objetos que realmente necesitan iluminación. En muchas ocasiones vemos cómo la luz de una farola penetra por las ventanas de los edificios cercanos, dificultando el sueño de los que en él viven.