Las coordenadas celestes
Para definir ubicaciones en el cielo, utilizamos la declinación y la ascensión recta.
Para definir ubicaciones, en la Tierra empleamos la longitud y la latitud. Asimismo, dividimos los continentes en países. En astronomía hacemos algo parecido y también se divide el cielo en regiones, como si fueran países: son las constelaciones.
Imaginemos que, como pensaban los antiguos, el cielo fuese una esfera con todos los objetos astronómicos pegados a ella. Si atravesamos la Tierra con un palito o eje que entre por el polo norte del planeta y salga por el polo sur, y lo prolongamos por ambas partes en el espacio, este eje tocará el cielo en dos puntos: son los polos celestes norte y sur. Es como si la esfera celeste girase alrededor de estos dos polos, aunque ya sabemos que es la Tierra la que se mueve.
Si estiramos la línea del ecuador de la Tierra y la pegamos a la esfera celeste, podemos trazar sobre ella el ecuador celeste. Esta línea cortará el cielo por la mitad en los hemisferios boreal y austral, igual que el ecuador parte la Tierra en dos hemisferios.
Ahora dibujaremos en la esfera celeste líneas concéntricas paralelas al ecuador, con centro en los polos. Estos paralelos celestes, como las líneas de latitud terrestres, miden a qué distancia del ecuador, bien hacia el norte o bien hacia el sur, se encuentra un punto en el cielo. Una estrella que se encuentre en el ecuador celeste tiene 0º de declinación. Si esa estrella estuviese en el polo norte celeste, su declinación sería de +90º, y si estuviese a mitad de camino entre el ecuador y el polo norte, tendría +45º.
Cada grado de declinación tiene 60 minutos de arco (‘) y cada minuto de arco, contiene 60 segundos de arco (”).
Ahora tracemos líneas en dirección norte-sur, desde el polo norte al sur. Estas son las llamadas líneas de ascensión recta, y miden la posición de los objetos celestes hacia el este o el oste. El equivalente celeste del meridiano de Greenwich, con longitud 0º, es el llamado punto vernal: el punto del ecuador celeste donde el Sol se encuentra cada año en el momento del equinoccio de primavera.
El cielo se divide en 24 horas (h) de ascensión recta, y cada una de ellas tiene 60 minutos (m). Por lo tanto, el punto vernal tiene 0 horas de ascensión recta (?).
Para identificar cualquier lugar en la Tierra podemos dar su posición en longitud y latitud. Pero es más sencillo imaginar donde se encuentra si la situamos en un país concreto. Igual sucede en el cielo. Es conveniente aprender a localizar algunas de las constelaciones más importantes para poder orientarse en el cielo nocturno. Así, las estrellas dejarán de parecer puntos y comienzan a ser figuras conocidas.
Ptolomeo, astrónomo griego, enumeró un total de 48 constelaciones de imprecisas fronteras. En la actualidad dividimos el cielo en 88 constelaciones con nítidos límites, tal y como se acordó oficialmente en 1930.
Algunas constelaciones son muy antiguas, como Leo y Tauro (Taurus), que ya eran conocidas por los sumerios. Orión, el cazador, se conoce desde hace miles de años. Los caldeos de Mesopotamia lo llamaban Tammúz, los sirios lo denominaban Al Jabbar, el Gigante. Para los antiguos egipcios representaba a Sahu, el alma de Osiris. Fueron los griegos los que le dieron su nombre actual en honor a un gigante mítico y gran cazador así llamado.
Otras constelaciones son de los siglos XVII y XVIII. Algunas se introdujeron para cartografiar el hemisferio austral celeste, que era desconocido en Europa antes de la conquista de América y la época de los exploradores que comenzó en el siglo XVI. La Cruz del Sur (Crux), por ejemplo, fue definida como constelación por primera vez por Andrea Corsali, que navegó a los trópicos en 1515 con una expedición portuguesa.
Así pues, las constelaciones son sólo unas figuras que trazamos en el cielo por pura conveniencia, enlazando una estrella con otra como si fuese un dibujo. Normalmente, las estrellas de una constelación no guardan relación entre sí en el espacio. Por ejemplo, Betelgueuse, la estrella del hombro izquierdo de Orión, está a 427 años luz de la Tierra, mientras que Bellátrix, el hombro derecho, está a 243 años luz. Las estrellas del cinturón de Orión, están a unas distancias de entre 800 y 900 años luz.
Si pudiésemos viajar a otro lugar de la galaxia y contemplar las estrellas de Orión, no veríamos lo mismo que desde la Tierra. Los extraterrestres de otros planetas verán figuras muy distintas, aunque sus constelaciones incluyan muchas de las estrellas que vemos desde aquí.