Eratóstenes de Cirene
Nació en Cirene, la actual ciudad de Shahhat en Libia en el año 276 a. C.
Estudió en Alejandría y Atenas. Fue discípulo de Aristón de Quíos, Lisanias de Cirene y Calímaco. Fue también gran amigo de Arquímedes.
Tuvo el apodo de Beta (como la segunda letra griega) y también el de Pentatlos, el atleta que es capaz de formar parte de varias especialidades pero quizá por ello no es capaz de ser excelente en ninguna de ellas, siempre queda segundo, apodo muy duro para un filósofo cuyas bases han servido para posteriores hallazgos científicos.
Desde 236 a. C. y hasta el fin de su vida trabajó en la Biblioteca de Alejandría. Según Suidas, Eratóstenes perdió la vista y se dejó morir de hambre cuando tenía ochenta años, aunque según Luciano llegó a los ochenta y dos.
Se le atribuye la invención de la esfera armilar que todavía en el siglo XVII se utilizaba. Probablemente usara este instrumento para sus observaciones astronómicas, pero sólo se tiene constancia de que gracias a esta esfera determinó la oblicuidad de la eclíptica. Calculó que el intervalo entre los trópicos era de 11/83 de la circunferencia terrestre, por lo que el resultado era de 23º 51′ 19”, cifra que más tarde adoptó Claudio Ptolomeo. Según algunos, Eratóstenes en realidad obtuvo una cifra de 24º, y fue Ptolomeo el que afinó hasta los 23º 51′ 19”.
Observando los eclipses, calculó que la distancia al Sol era de 804.000.000 de estadios. Si el estadio medía 185 metros, esto daba 148.752.000 kilómetros, cifra muy cercana a la unidad astronómica. Calculó también que la distancia a la Luna era de 780.000 estadios, aunque en realidad es casi tres veces mayor. También calculó que el diámetro del Sol era 27 veces mayor que el de la Tierra, aunque en realidad es 109 veces mayor.
Se le atribuye la obra Katasterismoi, en la que se incluye la nomenclatura de 44 constelaciones y 675 estrellas.
Estudió los números primos. Todavía se utiliza, aunque modificada, la “criba de Eratóstenes”.
Para calcular el tamaño de la Tierra inventó un método trigonométrico y las nociones de latitud y longitud, aunque parece ser que ya habían sido utilizadas con anterioridad.
Eratóstenes había leído en un papiro de la Biblioteca de Alejandría donde trabajaba, que el día 21 de junio, solsticio de verano, cuando al mediodía, el sol se encuentra más cerca del cenit que cualquier otro día del año, esta estrella pasaba exactamente por el cenit sobre Syene, en Egipto (la actual Asuán). Esto era fácilmente demostrable simplemente clavando un palo vertical en el suelo y observando que no proyectaba sombra ninguna. También quedaba demostrado al constatar que la luz del sol llegaba hasta el fondo de los pozos. Eratóstenes realizó la misma observación en Alejandría, a 800 kilómetros al norte de Syene, el mismo día y a la misma hora. El palo proyectaba una sombra corta, lo que quería decir que en aquella ciudad el sol de mediodía estaba a algo más de 7 grados al sur del cenit. Esa diferencia angular de la sombra solo podía deberse a la curvatura de la superficie de la Tierra.
Solamente necesitaba conocer la distancia entre Syene y Alejandría para calcular el radio terrestre. La distancia entre ambas ciudades pudo tomarla de las caravanas que comerciaban entre esas ciudades, o quizá obtuviese el dato de alguno de los cientos de miles de papiros que existían en la Biblioteca de Alejandría. Hay quien dice que quizá utilizó un regimiento de soldados que fuera contando los pasos entre ambas ciudades. Lo más seguro es que Eratóstenes la midiese multiplicando la velocidad promedio de un camello por el tiempo que tardaba en realizar ese trayecto. Así, calculó que la distancia era de 5.000 estadios, unos 800 kilómetros. De donde pudo deducir que la circunferencia terrestre era de 252.000 estadios. Si Eratóstenes utilizó el estadio egipcio, que es de 52,4 cm, da un total de 39.614,4 kilómetros, es decir, un error de menos del 1%.
El cálculo realizado fue una sencilla regla de tres: 7,2 grados es igual a 1/50 de 360 grados, por lo que si multiplicamos 50×800 km (o 5.000 estadios), el resultado era de 40.000 kilómetros (o 252.000 estadios). Para el radio terrestre el resultado era de unos 6.400 km.
Posidonio, 150 años después, volvió a hacer estos cálculos y obtuvo una cifra un poco menor, cantidad que adoptaría Ptolomeo y en la que se basó Cristóbal Colón para demostrar la viabilidad de su viaje a las Indias por occidente. Con las medidas de Eratóstenes ese viaje quizá nunca se hubiera llegado a realizar.
También calculó la distancia de la Tierra al Sol en 804 millones de estadios, lo que da una cifra de 139.996.500 kilómetros y la distancia de la Tierra a la Luna en 708.000 estadios, 123.280,5 kilómetros. Estos cálculos los realizó utilizando datos que obtuvo durante eclipses lunares.
Ptolomeo cuenta que Eratóstenes midió la inclinación del eje de la Tierra con una gran exactitud, ya que obtuvo un valor de 11/83 de 180º, o sea, 23º51’15”.
El resultado de estos trabajos de geodesia los dejó en su libro “Sobre las medidas de la Tierra”, perdido en la actualidad, aunque otros autores, como Cleomedes, Teón de Esmirna y Estrabón reflejaron en sus obras detalles de estos cálculos.
Eratóstenes contribuyó al progreso de la ciencia con otros muchos trabajos. Ideó un calendario con años bisiestos. Creó un catálogo de estrellas que contenía 675 estrellas. Dibujó la ruta del Nilo a Khartoum con una gran precisión, incluyendo los dos afluentes etíopes del Nilo, sugiriendo que los lagos eran la fuente del río. Muchos otros estudiosos anteriores a Eratóstenes habían estudiado el Nilo, en su afán de explicar el comportamiento del río, pero incluso Tales se equivocó en su teoría. Fue Eratóstenes el primero en dar con la respuesta correcta al deducir que algunas veces llovía muy fuerte en las regiones de las fuentes del río y esto podría ser la explicación a las inundaciones del río más adelante.
De Eratóstenes es también uno de los más bellos mapas del mundo antiguo, el primero con una red de meridianos y paralelos.