Mujeres astrónomas
Las grandes desconocidas de la astronomía
No podríamos pensar en la astronomía moderna sin el enorme trabajo de todas esas mujeres que, con su esfuerzo, dedicación y amor a la ciencia, nos han dejado su legado. Todas esas mujeres que, desde distintos países del mundo, han participado en los grandes descubrimientos y contribuido al progreso de la astronomía, la mayoría de ellas olvidadas por la historia. La presencia de las mujeres en la astronomía cuenta con 4000 años de antigüedad.
La suma sacerdotisa En’Heduana tenía conocimientos de astronomía y creó los primeros calendarios conocidos. Vivió en Babilonia 2300 años a. C.
Aglaonike (s. II. a. C.) vivió en la Grecia antigua y predecía los eclipses gracias a sus conocimientos.
En Alejandría, Hipatia (s. IV a.C.) fue una gran filósofa, matemática y astrónoma. Algunos le atribuyen la invención del astrolabio, tres tratados de geometría y álgebra, cartas del cielo y un planisferio. Murió degollada.
Se desconoce si hubo mujeres astrónomas durante la edad media. Sólo se conoce a una española musulmana, de la época del Califato de Córdoba, llamada Fátima de Madrid. Su padre, Abul Qasim Maslama ibn Ahmad al-Mayrity, era astrónomo, filósofo y matemático y ella lo ayudaba. Escribió muchos trabajos de astronomía donde actualizaba los conocimientos de su época, llamados Correcciones de Fátima. Una obra suya, llamada Tratado del astrolabio, se conserva en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial.
Hildegarda de Bingen (1098 – 1179) tenía visiones en las que expresó su filosofía del universo. Entre sus intuiciones científicas se incluyen los embriones de lo que, siglos más tarde, serían la ley de gravitación universal y la teoría heliocéntrica.
En el siglo XVI Sofía Brahe ayudaba a su hermano Tycho Brahe a calcular eclipses.
Durante los siglos XVII y XVIII la astronomía era considerada una actividad artesanal. Durante esos siglos, un 14% de las mujeres alemanas se dedicaban a la astronomía.
La astrónoma Maria Cunitz (1604 – 1664), era llamada la “Palas de Silesia” (Palas era el dios de la sabiduría). Escribió “Urania Propitia”, que eran como las “Tablas Rudolphinas” pero nuevas y simplificadas, más precisas y sencillas de usar, y también divulgó las Leyes de Kepler, en especial la 2ª que está relacionada con los movimientos planetarios. Llegó a ser muy conocida en toda Europa.
Maria Eimmart vivió en la misma época que Galileo. Era hija de un astrónomo y realizó 250 dibujos de la luna, con los que se pudo confeccionar un mapa lunar bastante preciso.
Maria Wilckelmann Kirch (Alemania, 1670 – 1720) fue una mujer avanzada para su época. Publicó trabajos sobre conjunciones y en 1708 fue la primera mujer en descubrir un cometa aunque fue atribuido a su marido, el Profesor Kirch. La Academia de Berlín le concedió una medalla de oro, aunque no le sirvió después de morir su esposo, para encontrar trabajo. Solicitó ocupar el puesto de su marido, pero no fue aceptada por ser una mujer.
Nicole-Reine Lepaute (1723 – 1788) predijo el regreso del cometa Halley y calculó la duración exacta de un eclipse solar.
Caroline Herschel (Alemania, 1750 – 1848), hermana del famoso astrónomo William Herschel al que ayudaba, descubrió 17 nebulosas y ocho cometas. En 1787 se le reconoció su condición de astrónoma por derecho propio y se le concedió un salario anual de 50 libras. Tras la muerte de su hermano volvió a su ciudad natal y escribió un Catálogo de 2500 nebulosas. La Royal Society le concedió una medalla de oro.
Mary Sommerville (Inglaterra, 1782 – 1872) tuvo que casarse con su primo, bastante mayor que ella, para poder cumplir su sueño de introducirse en los ambientes intelectuales de la época. Publicó varios libros, el último a los 89 años.
A pesar de que cuando Wang Zhenyi nació en 1768, durante la dinastía Qing, sólo los ricos tenían acceso a la educación, ella se convirtió en matemática, astrónoma y poetisa. En una época en que las mujeres no tenían derechos ni opciones fuera de las labores del hogar, Wang Zhenyi conocía el calendario chino, desarrolló teorías sobre cómo funcionaban los eclipses, estudió la rotación de los planetas y tenía su propio telescopio con el que realizaba mediciones.
La profesionalización de la astronomía en Europa en el siglo XIX propició la desaparición de la mujer en la ciencia. En cambio, en Estados Unidos sucedió lo contrario.
Maria o Mariel Mitchell (1818 – 1889), hija de un astrónomo, descubrió un cometa que lleva su nombre, por el que se le concedió una medalla, estudió las manchas solares, los asteroides y los movimientos de los planetas.
El Profesor Pickering, de la Universidad de Harvard, contrató a un grupo de 21 mujeres computadoras, conocido como el Harén de Pickering para realizar tediosos trabajos de clasificación y catalogación de los espectros estelares hasta la magnitud 9. Entre ellas destacaron las cuatro siguientes.
Williaminna Paton Stevens Fleming (1857 – 1911) fue la primera mujer que se contrató en Harvard. Pasó de ser la criada de Pickering a ser la encargada del grupo de mujeres computadoras. Descubrió las enanas blancas, 10 novas, 59 nebulosas gaseosas, entre ellas la famosa Nebulosa de la Cabeza de Caballo y 310 estrellas variables. Publicó un listado con 222 estrellas variables que ella misma había descubierto y más tarde contribuyó a confeccionar el catálogo Henry Draper.
Annie Jump Cannon (1863 – 1941) creó el sistema de clasificación espectral de las estrellas. Recibió muchos honores por su trabajo e incluso se estableció un premio que lleva su nombre.
Antonia Maury (1866 – 1952) inventó un sistema de clasificación con subíndices para las diferentes luminosidades de cada tipo estelar.
Henrietta Leavitt (1868 – 1921) descubrió la relación período-luminosidad para las estrellas cefeidas y 1.777 estrellas variables.
En el Observatorio de París se proyectó la Carta del Cielo, el objetivo era cartografiar todas las estrellas hasta la magnitud 11. Participaron 21 observatorios de todo el mundo desde principios del siglo XX hasta los años 60 en que terminó el proyecto. Contrataron a muchas mujeres ya que eran más baratas y eficientes, pero sus trabajos quedaron en el anonimato.
En España, en el Observatorio de la Armada de San Fernando (Cádiz) se contrataron a “cuatro señoritas medidoras de placas” e invirtieron 30 años de su vida en desarrollar ese trabajo. Incluso la Santa Sede participó en la Carta del Cielo para demostrar que la Iglesia apoyaba la ciencia y su progreso. Se construyó expresamente una gran cúpula giratoria a poca distancia de la basílica de San Pedro. Como en esa ópoca las mujeres no trabajaban en el Vaticano se consideró que la mejor solución era pedir ayuda al convento más cercano y poco más tarde cuatro monjas comenzaron a trabajar en el Observatorio Vaticano. Trabajaron durante once años y en ese tiempo analizaron el brillo y la posición de 481.215 estrellas.
Charlotte Moore Sitterly (1898 – 1990), astrónoma americana, publicó libros sobre el espectro solar.
Cecilia Payne-Gaposchkin (1900 – 1980) descubrió que el Sol está compuesto de hidrógeno y helio principalmente. Fue la primera mujer que realizó observaciones en el Observatorio de Monte Palomar debido a su extraordinaria reputación pero sólo durante unas horas y como cortesía del director.
Paris Pismis (1919 – 1999) fue la primera persona de México que se dedicó a la astronomía de forma profesional. Casada con un mexicano, comenzó a impartir las primeras clases de astronomía en una universidad mexicana. Descubrió 23 cúmulos y estudió la estructura de las galaxias espirales.
Margaret Burbidge (1919 – 2020) tuvo que utilizar el nombre de su marido para poder desarrollar la mayor parte de su trabajo anterior a 1967 ya que las mujeres no tenían tiempo de telescopio en el Observatorio de Monte Palomar.
Vera Rubin (1928 – 2016) estudió la rotación espiral de las galaxias, llegando a observar más de cincuenta. Fue la primera mujer que utilizó de forma legal el telescopio de Monte Palomar en 1964.
María Asunción Catalá (1925 – 2009) descubrió la radiación del cinturón de Van Allen e investió la estructura de la nube de Oort, así como la dinámica de los sistemas estelares.
Carolyn Shoemaker (1929 – ) es la co-descubridora del cometa Shoemaker-Levy. Entre 1980 y 1994 descubrió 377 planetas menores. También se le atribuye el descubrimiento de 32 cometas y más de 800 asteroides.
Margaret Geller (1947 – ) a la que se le ha concedido un doctorado honoris causa en España por su estudios sobre la distribución de las galaxias en el universo realizó la primera descripción sobre agrupaciones de galaxias.
Jocelyn Bell (1943 – ) tuvo que sobreponerse a la tremenda injusticia de no ser considerada para el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los púlsares. El premio fue concedido a su director de tesis.
Josefa Masegosa (1957 – ) trabaja en el campo de la astrofísica, en la visibilización de las mujeres astrónomas, así como en la difusión del papel de la mujer en la ciencia.
Josefina Ling Ling es especialista en estrellas dobles y múltiples y estudia su movimiento, su masa y su evolución. Descubrió la estrella que lleva su nombre.
“Esta es una batalla que tendrán que luchar las mujeres jóvenes. Hace treinta años pensábamos que la batalla acabaría pronto, pero la igualdad es tan elusiva como la materia oscura”. (Vera Rubin)